Museo de la Imaginación al aire LIBRE
Entrar en una dimensión de ensueño solo para crear que es posible, dibujar en la arena, compartir palabras a ritmos de olas.
Podríamos escribir, dibujar poesías en la arena de la playa «Santa María del Mar», antigua playa de los Estopiñán
GLOSA
O ser que me das el ser
Toma este ser que me das
Que yo no quiero ser más
Que ser en quien es mi ser.
Bondad imensa increada
Principio de todo bien,
Ven en mi socorro ven,
para conocer mi nada.
No el verme el alma adorada
de Potencias, y no el ver
del mundo el ciego querer. (Nota: escribió «interés», y lo tachó)
me alucinen, porque en mí,
que fuera todo sin ti.
Ô Ser que me das el ser.
Puede tal vez, engañada
la humana naturaleza,
tener por propia riqueza,
la que de ti es derivada:
y entonces precipitada
engreírse más, y más,
tú Señor que viendo estás
lo que mi engaño advierte
si con él he de ofenderte
toma este ser que me das.
Ay, mi Dios, sin ti que fuera
este envanecido ser,
que con sólo tu querer,
en nada se resolviera:
cuando pienso en lo que era
y soy, temo lo que harás
conmigo, y al ver que estás
pronto a castigar mi error,
te entrego mi ser Señor
que yo no quiero ser más.
Vanidad de vanidades
es cuanto presenta el mundo
será locura si fundo
en él mis felicidades
en sus diversas edades
todo se vio perecer
quien quiera permanecer
busque aquel bien verdadero
y así otra cosa no quiero
que ser en quien es mi ser. (BNE, Ms 4061, fol. 250)
En la foto vemos a sor María Ángeles; la hice en el verano del año 2005. Me encontraba en las terrazas, indagando el espacio, reflexionando sobre el pasado cuando, de repente, irrumpió María Ángeles para colgar la ropa. No resistí en fotografiarla, en conservar en mi memoria este instante, como todos, fugaz e irrepetible durante mi estancia de seis meses en la clausura de Santa María.
Soñaba con un fresco en vez de este desolador muro de cemento.
Ansiaba crear ante esta muralla de significados algo diferente, original, propio de la ciudad, único y, por cierto, de mejor vista para las monjas azules.
Ahora, si bajamos al panteón, situado debajo del coro, en las profundidades de la clausura dieciochesca, encontramos tumbas dibujadas en las paredes, tumbas señaladas con sus trazados de pintura negra y con su número. La número 35 sin duda tiene un interés para Cádiz, para la actual Fundación Ory.
La arquitectura conventual recuerda al creyente tanto como al incrédulo el espacio de sociabilidad que representa, que representó el viejo monasterio a lo largo de sus casi 500 años de existencia.(1527-2027)
Hoy el edificio, maltratado por el olvido, por falta de proyección confesional, cultural, política y social alberga monjas igualmente desatendidas por las autoridades temporales, y eclesiásticas, por las cofradías incluso – de ningún modo por las asociaciones -, aunque, últimamente parece que la Junta de Andalucía vuelve a interesarse por el edificio ofreciendo ayuda para el mantenimiento de la torre de la iglesia.
Quien dice monjas, dice presencia de superiores.
POR SER Cádiz LA SEDE DE LA DIÓCESIS ENTRABA EL OBISPO CABALGANDO,
EL HUMOR GADITANO NUNCA FALLA – SOBRE UN BURRO hasta las murallas.
¿POR QUÉ NO INSTAURAR UNA CARRERA DE BURROS EN LA PLAYA de la Victoria, RECORDANDO A LOS OBISPOS DE LOS SIGLOS XVI, XVII, XVIII LLEGANDO A LOS CONFINES DEL MUNDO?