Hoy, 9 de agosto, día de Saint Amour, día en que desapareció la Hija del Sol para siempre.
No recuerdo si era viernes, creo miércoles. Se encontraba en Cádiz, nadie tenía que saber que había muerto salvo las monjas del convento de Santa María en el barrio alto, en este espacio claustral en el que vivía, forzada por la justicia de los hombres, año de 1801.
En este lugar histórico hoy abandonado, amenazando ruina únicamente por la ceguera de los que no oyen las voces de las mujeres, no escuchan los gritos de los hombres, solo por ignorancia, por no mirar al futuro cuidando al pasado como si fuese – y porque es – tesoro.
La muerte persigue no solo a la gente. Implacable, se infiltra en las piedras ostioneras hoy desaparecidas, en las estructuras de metal del viejo edificio hoy cansadas. ¿Hasta cuándo celebraremos la muerte?
Mil gracias a los Amigos del Monasterio por intentarlo, incansablemente desde el 2012.
Firmado: su socia de honor.